14 May Jornada laboral de 40 horas: el camino hacia 2030 ya está en marcha

No hay fecha que no llegue, y la de la reforma laboral tampoco se queda atrás: para enero de 2030, las y los trabajadores en México deberán estar laborando un máximo de 40 horas semanales. Este cambio, largamente esperado por algunos y temido por otros, comienza a tomar forma con una implementación gradual.

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Una reforma que divide opiniones

Mientras que el sector laboral ha presionado para que la reducción de jornada sea inmediata, muchas empresas aún esperaban que la propuesta quedara archivada. Sin embargo, lo que obtuvieron fue un proceso escalonado que les dará tiempo para adaptarse.

Durante el Día Internacional del Trabajo, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Marath Bolaños, anunció que en junio arrancarán foros de diálogo con distintos sectores. El objetivo: construir un plan de implementación progresiva durante los próximos cinco años.

¿Cómo deben prepararse las empresas?

Luis Peña, socio en EY México, considera que esta reducción de jornada es una deuda histórica. Y aunque México apenas comienza esta discusión, ya representa un paso importante en comparación con otras economías.

Peña advierte que muchas organizaciones aún no han comenzado a prepararse y eso podría ponerlas en desventaja. Sugiere que el primer paso es hacer una evaluación interna: ¿en qué punto se encuentra cada empresa en términos de horas efectivamente trabajadas?

No todas las organizaciones están hoy en las 48 horas legales. Algunas ya operan con menos, y otras no tienen claro cómo hacer la transición. Por ello, recomienda:

1. Diagnóstico interno: evaluar el estado actual de jornadas y procesos.
2. Involucrar a las áreas clave: recursos humanos, operaciones, relaciones laborales, finanzas.
3. Definir lo que puede y no puede modificarse.
4. Iniciar pilotos anticipados, sin esperar hasta 2030 para ensayar nuevos modelos de trabajo.

Según Peña, esta reforma es una de las más profundas que enfrentará el país en materia laboral, incluso más que la de subcontratación.

Menos horas, más bienestar

Para Melhina Magaña, fundadora de Daucon y experta en alto rendimiento, la reducción de jornada es más que necesaria: responde a un fenómeno conocido como pobreza de tiempo. Es decir, la falta de horas para vivir fuera del trabajo. Esto impacta directamente en la salud, el estado de ánimo y, por ende, en la productividad.

“Cuando las personas están agotadas, desmotivadas y quemadas, los niveles de compromiso bajan. Y eso no solo daña al individuo, también afecta la operación de las empresas”, asegura.

Magaña también apunta que la rotación laboral elevada es consecuencia directa de estos factores, y propone un enfoque más humano y productivo. Para ello, señala varias claves:

• Fortalecer la cultura organizacional, apostando por la productividad y no por la permanencia en el escritorio.
• Valorar el conocimiento de los trabajadores veteranos, que pueden ser mentores clave en esta transición.
• Mejorar la comunicación interna, que suele ser una de las áreas más débiles, pero también una de las más costosas si se descuida.

Una transición con errores… y aprendizajes

Magaña reconoce que este proceso no estará libre de fallos, pero subraya que estos errores pueden transformarse en aprendizajes valiosos. Nadie en México ha recorrido este camino antes, así que habrá mucho por ajustar.

Por eso, propone la creación de comités internos de seguimiento, que se encarguen de monitorear avances, recoger retroalimentación y proponer mejoras continuas. Además, subraya que la adaptación debe ser específica para cada empresa, según su tamaño, madurez y sector.

Finalmente, destaca que esta transformación no puede hacerse sin tecnología. Para sobrevivir al cambio, las empresas deberán simplificar procesos, eliminar pasos innecesarios y anticiparse a los riesgos.

En resumen

La cuenta regresiva para la jornada laboral de 40 horas ha comenzado. La transición no será sencilla, pero sí necesaria. Con preparación, diálogo y apertura al cambio, las empresas mexicanas tienen la oportunidad de construir un nuevo modelo laboral más justo, productivo y humano.

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Fuente: El Economista